Esta visión satanizadora que parece objetivada por su uso cotidiano alimenta un imaginario barra brava, en el que se mezclan añejas oposiciones de la historia argentina, como civilización-barbarie (en su versión más ligera) o los fundamentos ideológicos del higienismo, tan proclives a afirmaciones pseudocientíficas y racistas que recuperan la metáfora biológica de los males sociales que es necesario extirpar para evitar el contagio. Además, el término barra brava remite a una oposición elemental que tiende a separar al «buen hincha» frente al «violento», marcando una línea tajante entre un comportamiento aceptado y otro condenado socialmente.